Este verano os proponemos redescubrir dos de las obras más importantes de Terrence Malick, un director único en la historia del cine norteamericano.
Para empezar, proyectaremos una espléndida copia en 4K de la película que supuso su regreso a la dirección tras 20 años de retiro voluntario. Esta obra adapta la novela autobiográfica de James Jones, La delgada línea roja, a la que además añade fragmentos narrados de otra importante novela del escritor y militar, De aquí a la eternidad. Con espectacular reparto (del que solo veremos una parte, ya que el director cortó más de 35 minutos in extremis, quedando fuera gente como Mickey Rourke, Martin Sheen, Viggo Mortensen o Gary Oldman, entre otros), una dramática música de Hans Zimmer y una preciosa fotografía de John Toll; la película se aleja de las convenciones del cine bélico tanto por su estructura parcialmente fragmentada, su reparto coral, o el hecho de centrarse en los dilemas existenciales de sus personajes más que en las escenas de acción, que también tiene, destacando el poético asalto al poblado. Malick hizo evolucionar el preciosista estilo que le había hecho famoso en los años 70 para empezar a rodar mayormente con la cámara en continuo movimiento y usar un montaje fragmentado, algo que cada vez se acentuaría más en sus siguientes películas. Como en el caso de El árbol de la vida.
La segunda propuesta, El árbol de la vida, será la primera vez que se proyecte en Phenomena, y lo hará en 35mm; desde aquí se tratará de respetar al máximo las sugerencias de proyección que el propio director envió a los cines con motivo de su estreno. Esta película, proyecto de Malick que tardó 30 años en llevarse a cabo y evolucionó de diferentes formas durante ese tiempo; fue la obra que empezó a dividir a sus seguidores, pues el director hizo dos cosas que chocaron a la crítica y al público. A los primeros les molestó el tono abiertamente Cristiano y religioso de la obra, cosa que ya se encontraba presente en sus películas anteriores pero que aquí llevó al extremo y con un tono casi mesiánico. Por otro lado, el público quedó descolocado al encontrarse una película con saltos en el tiempo, montaje fragmentado, planos imposibles, metáforas visuales y sobre todo una larga secuencia conocida como La Creación del Universo que interpreta visualmente el capítulo 38 del libro de Job del Antiguo Testamento. Una de las secuencias más espectaculares de toda la historia del cine.
El cine de Terrence Malick es sensorial, por lo que lo mejor es disfrutarlo en las condiciones en que fue creado y que cada uno juzgue por sí mismo. Seguro que no os arrepentiréis.
Entradas ya a la venta en taquilla y web.