Hace años, Hipo desobedeció a su padre y escondió a un pequeño dragón desdentado al que empezó a entrenar, rompiendo así la tradición vikinga de cazarlos. Después de demostrar que pueden ser criaturas en las que se puede confiar, Hipo ha conseguido que el resto del clan haga lo mismo y ha puesto de moda un nuevo deporte: las carreras de dragones. Durante una de sus competiciones, sobrevuelan una cueva que resulta ser el refugio de dragones salvajes que podrían atacar el pueblo.