Un humilde buscador de oro viaja a Alaska, a principios de siglo. Al llegar, se encuentra con una fuerte tormenta de nieve que le llevará a refugiarse en la cabaña de un bandido donde ni siquiera tendrán comida con la que poder resistir hasta que acabe el temporal. Mientras busca la manera de engañar al hambre, se enamora de la bella Georgia, a la que intentará mostrar que su encanto puede compensar su falta de fortuna.
El baile de los panecillos es uno de los momentos más inolvidables del cine de Chaplin, que aquí volvió a interpretar a su personaje de vagabundo, esta vez convertido en un explorador en Alaska. Tal era el éxito de esta secuencia, que el público de las salas exigía que se volviera a proyectar una y otra vez.