El marine Chris Kyle batió el récord de muertes como francotirador del ejército norteamericano. Su buena puntería le permitió proteger a los soldados en misiones peligrosas como las de Irak, donde participó en cuatro de ellas. Su buen trabajo hizo que se convirtiera en objetivo principal del bando enemigo, que llegó a ponerle un alto precio a su cabeza.