Un solitario conductor, con grandes habilidades al volante, se ha especializado en un arriesgado negocio: los ladrones contactan con él para que conduzca el coche con el que se dan a la fuga tras los robos. Un detective tratará de seguirle la pista antes de su próximo golpe.
Segunda película como director de Walter Hill. En ella, el genio de la acción sentó las bases de lo que sería su estilo particular para sus thrillers contemporáneos: montaje seco, protagonista hierático, ambiente urbano, violencia estilizada.
Para esta película se inspiró abiertamente en la obra de Jean-Pierre Melville, Le samouraï, aunque al contrario que el maestro francés, dejó el existencialismo en un segundo plano y se centró en la rivalidad y éticas de dos personajes antagónicos, un silencioso conductor criminal y un obsesivo policía adicto a la Coca-Cola. Cabe destacar que Hill volvió a usar una escena de su guion de La huida, para parte del clímax de esta historia. También el hecho de que la mítica película de Nicholas Winding-Refn, Drive, homenajea a su casi homónima, en su secuencia de apertura.