A pesar de su falta de disciplina y ciertos enfrentamientos con sus superiores, el valor que ha demostrado en combate el comandante Reisman durante la Segunda Guerra Mundial le convierte en el candidato perfecto para liderar una misión suicida. El objetivo es eliminar a los altos cargos del partido nazi que se han instalado en una fortaleza de difícil acceso. Para conseguirlo formará un equipo con doce presidiarios a los que entrenará.