El 11 de septiembre de 2001, varios grupos terroristas secuestraron cuatro aviones que sobrevolaban Estados Unidos. Dos de ellos alcanzaron las torres gemelas del World Trade Center, pero el vuelo United 93 no llegó a estrellarse contra su objetivo. Pasajeros y tripulación lucharon por quitarle el mando a los terroristas suicidas que se hicieron con el control.
Una de las mejores películas de su director donde, como en otras ocasiones, combinó sus técnicas documentales con un montaje de gran tensión. Rodada cámara en mano pero de manera directa y clara, sin confundir al espectador si no inmiscuyéndole en la historia como si estuviese viviendo los acontecimientos en directo. Esta es una de las grandes virtudes de la película ya que logra que el drama que sufrieron los pasajeros del vuelo United 93 traspase la pantalla y afecte al espectador como si conociese a esos personajes anónimos. Notable es también la nada maniquea aproximación al perfil de los terroristas, logrando que desde cierto de punto de vista se consiga entender sus motivaciones básicas.
Uno de los puntos más notables e impactantes de la película es que los personajes de los controladores son encarnados no por actores, si no por las propias personas que sufrieron las angustiosas últimas horas de este desdichado vuelo, lo que dota a la película de toque cercano al cinéma vérité pero impregnado de un gran dramatismo.